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Rincón de la calma para controlar rabietas infantiles




Un espacio para ayudar al niño a conseguir la paz y la serenidad  
 
Muy a menudo cuando nuestros hijos tienen pataletas o han tenido alguna conducta inapropiada, nos enfadamos diciéndoles “a tu cuarto, no salgas hasta que yo diga” o empleamos otras estrategias como la silla del pensar.
Sin embargo, estas medidas no sirven para ayudar a que el niño pueda gestionar de forma positiva sus emociones, porque muchas veces los estados emocionales nublan el entendimiento y puede llevarlo a realizar conductas de carácter negativo como gritar, llorar, golpear e incluso autolesionarse. Te invitamos a crear un rincón de la calma para controlar esas rabietas infantiles.

Beneficios del rincón de la calma para los niños

Entonces antes de ir a pensar lo que hizo mal, el niño necesita un espacio en donde pueda recobrar nuevamente la calma. Requiere un espacio donde pueda pensar sobre los hechos y meditar como se podrá reparar el daño cometido.
Para lograr este objetivo existe un camino conocido como el método Montessori, modelo educativo desarrollado por María Montessori a finales de siglo XIX. Esta mirada educativa nos regala una brillante forma de construir un lugar en donde los niños puedan acudir cada vez que necesiten tranquilidad. El rincón de calma -como se le denomina- es un espacio físico adecuado para promover un estado de paz y serenidad.
Este espacio genera un ambiente en donde el niño no se siente juzgado en su emoción sino que, por el contrario, la emoción se valida y reconoce a modo de poder aprender a orientarlas y así ayudar a fomentar la inteligencia emocional en el niño.

Cómo crear un rincón de la calma para rabietas infantiles

 Los beneficios de esta técnica se enmarcan en autorregulación emocional, en el autoconocimiento y respeto hacia los demás desarrollando un lenguaje más asertivo que permita una expresión emocional positiva y no teñida por la frustración.
¿Qué elementos debe tener este rincón de calma? Se aconseja incluir una alfombra y cojín. La idea es que el lugar sea cómodo. Para aquello, se necesita algunos elementos que puedan llevar a los niños a la calma como su peluche favorito, la foto de una ranita (para ejemplificar la realización de una respiración profunda tal  como las ranas lo hacen inflando su abdomen), también se recomienda incluir un olor tranquilizador como melisa o lavanda, música que facilite la relajación corporal. Se pueden adicionar instrumentos musicales como los cuencos tibetanos o palos de agua.
Otra herramienta podría ser “el frasco de la calma”, que es una botella que contiene glicerina, agua, aceite y distintas purpurinas. La idea es explicarles que mientras se mueva la botella adentro todo se agita, luego las purpurinas se empiezan a parar es lo mismo que ocurre con las emociones, se siente de forma intensa pero luego comienzan a desvanecerse. 
Otros instrumentos que se pueden anexar a este espacio serían unos materiales texturizados como arena, semillas, telas, etc. Cuentos con temáticas que faciliten el reconocimiento emocional, para que proporcionen material didáctico para que el niño pueda  aprender a gestionar positivamente sus emociones (como por ejemplo “El monstruo de colores”, cuento que ayuda a reconoce y diferenciar los estados emocionales). 
La idea es que un adulto pueda ir acompañando al niño al rincón de calma por un  tiempo hasta que logre internalizar como un habito el acceder a este espacio cada vez que se sienta abrumado por una emoción. De esta forma, el adulto se convierte en una guía de este espacio, animándolo a utilizar los materiales que necesite emplear para calmarse. De forma tranquila, el adulto puede participar activamente en  este rincón con verbalizaciones como “acuérdate de respirar” o “en que parte de tu cuerpo sientes la rabia“. La idea es que el adulto pueda ir sirviendo como un facilitador emocional para ello es imprescindible que este en un estado tranquilo.   
Para finalizar la actividad el niño necesita ser reforzado en su esfuerzo, así el niño no solo se siente acompañado dentro de su proceso; sino que siente en el adulto un acompañante que lo atiende y lo acoge, desvaneciendo en él algún que otro sentimiento de odio o de rivalidad. De esa forma, el rol de padres logra ejercer una paternidad que no genera desapego frente al niño, sino que son los verdaderos pilares por los cuales el niño puede sentirse seguro y confiado. Las pataletas, al fin al cabo, son una invitación para ser los reales héroes que lo socorren cuando se sienten más ahogados.
extraido de: www.guiainfantil.com


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