Los veranos, esa mágica época que todo aquel que trabaja en
campamento espera con ansias, nos regala cada año alegrías, aprendizajes y
sobre todo en Mi Guarimba, una frase que nos identifica: una experiencia sin
igual.
Durante el campamento levantarse temprano en las mañanas no es un
problema ni se hace difícil, porque sabes que te encontrarás la sonrisa de unos
pequeños niños ansiosos por ver qué les depara este nuevo día, y tú como parte
del staff, estás a la expectativa de qué vas a “aprender enseñando”, como
describe nuestro guía Jhoy Ribera.
Y es que los guías, coordinadores y directores de Mi Guarimba desde
la primera vez que trabajamos nos tatuamos el arbolito en el corazón, ese que
nos mueve y nos hace dar lo mejor de sí, entregando hasta lo último en nuestras
temporadas.
Deseamos que el verano no termine y nos ataca ese “campsick” que
todos detestamos, hasta que llega ese momento en el que nos damos cuenta que
más temprano que tarde volveremos, y entonces pensamos en ¿qué me dejó el
campamento este año?... y con esto vamos creciendo…
“Fue un verano increíble, aprendí que para crecer hay que arriesgarse y salir del área de confort, que hay que lanzarse y confiar en lo que uno es como persona y en lo que uno sabe”, dice nuestra guía Cami Macero.
“Este año pude encontrar no sólo un equipo de trabajo, sino una familia la cual se preocupaba por todos, estaban pendientes de ayudarte para que tu juego o actividad saliera mejor y terminara siendo mágica” comenta Fran Cedeño. “Además estuvo lleno de muchas responsabilidades las cuales acepté sin pensar, esas personitas que me ayudaron afrontar esos retos, quienes mediante sus consejos y ‘jalones de orejas’ me hacían mejorar” asegura.
Isa Bonnet, por primera vez trabajó este año, siendo sub guía, una
persona vital en nuestras temporadas, expresa que “experiencia, diversión,
amistad, familia, responsabilidad… tantas palabras podrían describir lo que fue
para mi el campamento, pero ninguna sería suficiente. Conocí personas que me
hicieron crecer, aprendí con ellos y de ellos. Trabajé también por primera vez
con niños, y nunca pensé que uno podía aprender tanto de ellos, me dejaron con
las ganas de volver el año que viene para seguir creciendo como persona a pesar
de los momentos difíciles que uno puede tener durante las temporadas, para
seguir creciendo divirtiéndome y viviendo una experiencia única.”
“Saber que un niño siente la confianza en ti para contar sus inquietudes y a la vez llorar su último día porque quizás ya no te verá, son experiencias que te hacen un guía ejemplar y te dan a entender que haces tu trabajo con amor, con el mismo amor que puedes estar pendiente de unos guías, que quizás puedan necesitar tu ayuda”, dice nuestro guía modelo David Pi.
Si bien los guías vivimos el verano de
distintas maneras, el objetivo siempre será el mismo: brindarle felicidad a los
niños y el mejor campamento de sus vidas. Es por eso que sobran las palabras y
siempre tendremos mucho que decir al respecto. “La sonrisa de un niño como consecuencia
de tus actos me llenó bastante porque es saber que estoy haciendo mi trabajo
con amor”, nos dijo la guía Melanie Velasco.
Como guías, mientras esperamos reencontrarnos con los niños,
debemos seguir creciendo y adquiriendo nuevas herramientas.
¡Nos vemos en 2015!
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