
Pasaron cinco años rápido,
cinco años de dos padres que trabajan, hacen malabares con el cuidado de un
hijo, el preescolar, las clases de natación, y programar viajes. A eso se añade
el hecho de que en realidad estamos viviendo en el siglo 21 en el que hay tarjetas
electrĂłnicas, libros electrĂłnicos, correo electrĂłnico… todo electrĂłnico. Y
bueno, la verdad es esta: mi hijo ve la televisión y también sabe cómo manejar
un iPad. Hubo un momento durante el invierno pasado, en el que los horarios se
superponen y él estaba asistiendo a preescolar, fútbol, baloncesto, clases de
nataciĂłn y todo dentro de la misma semana. AsĂ que la primera vez que raspĂł la
rodilla, yo estaba dispuesta a llamar para un puente aéreo para el hospital
local.
Y aunque estoy seguro de que él
pasa más tiempo al aire libre y menos tiempo pegado a una pantalla que el
promedio de niños de 5 años en los Estados Unidos, me encuentro tratando de
justificar mi decisiĂłn cuando digo "sĂ" a la TV o al iPad, como si
Richard Louv estuviese de pie en la habitaciĂłn conmigo. Luego tuve un momento
en el que me di cuenta de que todo iba a estar bien. Yo creo que he sido capaz
de encontrar el equilibrio entre el mundo electrĂłnico en el que vivimos y la
conexiĂłn con el exterior que yo quiero que mi hijo tenga.
Mientras asistĂa a un evento
en su preescolar, vi a mi hijo jugando bajo las ramas de un árbol gigante con
otros tres niños, sin ningĂşn muñeco. Los palos eran sus juguetes. Ellos habĂan
creado su propia historia, sus propias reglas y su propio mundo. A través de
las ramas del árbol, el mundo habĂa sido creado por este grupo de 4 y 5 años de
edad y que no necesitaban adultos.
Jugaron todo el dĂa en ese
rincón boscoso de la escuela. Cuando me senté y observé desde la distancia, me
sonriĂł con orgullo, sabiendo que esto era "eso" por lo que habĂamos
estado luchando. Estaban jugando puro y simple, sin adultos que dirijan o
estructuren sus actividades, y sin electrĂłnica rellenando los espacios para
ellos. Resulta que yo no habĂa destruido la joven mente de mi hijo con la
televisiĂłn.
Estaba pensando en que hacer
"nada" está bien. A pesar de que existe una presión no escrita para
estructurar la vida de nuestros niños, para que sea el mejor de la clase o esté
en el mejor en el equipo, también es necesario que haya un equilibrio de tiempo
no estructurado. Porque no hacer nada permite abrir las puertas de la
creatividad y la imaginación, y con esto, la mente de los niños. Tubos de
toallas de papel se convierten en pistas de canicas, cajas de cartĂłn se convierten
en la base de fuertes y el espacio debajo de un árbol de cedro se convierte en
una casa de familia.
Ser padres no es una ciencia
perfecta y ningĂşn padre es perfecto. Pero como todo en la vida, siempre debemos
esforzamos por hallar el equilibrio y es nuestro papel ayudar a nuestros niños
a encontrarlo. AsĂ, mientras que mi hijo aprenda la disciplina y el espĂritu
deportivo a través de los deportes de equipo, también aprenderá a resolver problemas
y colaborar a través del juego no estructurado y libre. El valor del juego
libre de alguna manera se ha perdido en este mundo electrĂłnico, pero sigue
siendo igual de importante en el desarrollo del niño del siglo 21.
Ser libre. El juego no
estructurado permite el desarrollo de la creatividad, la imaginaciĂłn, la
visión, el pensamiento independiente, la colaboración con sus compañeros y
mucho más. Estas son las cualidades que queremos desarrollar en nuestros niños.
AsĂ que la prĂłxima vez que tu hijo diga "estoy aburrido", desafĂate a
ti mismo a no encenderle la televisión o entregarlos al iPad, Yo sé que lo
harĂ©. DĂ©jalo salir o dale una caja de cartĂłn… luego alĂ©jate y espera a que la
magia comience.
Post escrito por: Katie
Johnson, directora de American Camp Association.
Publicado en: American Camp
Association.
Traducido por: Campamento Mi
Guarimba.
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