El miedo es algo
normal y positivo para el desarrollo del niño: le ayuda a evitar peligros, a
ser prudente y a superar dificultades. Pero eso no quiere decir que no necesite
tu apoyo para afrontar sus temores.
Distintos en función de su estadio madurativo
Todos los niños sufren
miedos, que cambian en función de su estadio madurativo. El primer temor
consciente aparece hacia los ocho meses, cuando el bebé empieza a ver la
diferencia entre sus papás y otras personas (hasta entonces se asusta ante
sonidos fuertes, movimientos bruscos... pero es una reacción más instintiva).
A partir de este
momento irán apareciendo los miedos específicos de cada franja de edad, que
deben distinguirse de otros originados por sucesos externos, como un ingreso en
el hospital, un divorcio...
No todos son iguales
Además, hay que
diferenciar entre los miedos reales y los que el niño finge para conseguir algo
(son la minoría).
Los síntomas típicos
del miedo son llanto lastimero, movimientos de retirada, insistencia para que
lo cojas en brazos, postura tensa, ojos muy abiertos, respiración irregular...
El pequeño puede también mostrar falta de apetito, quejarse de dolor, morderse
las uñas...
De cualquier manera,
todos los miedos forman parte de la vida del niño. ¿Cuáles son los más comunes
en cada etapa de su desarrollo?
Miedo a las caras desconocidas
Surge en torno a los 8
meses y marca el inicio del sentido del “yo”. El bebé percibe que no forma
parte de la persona de su madre y se asusta si alguien que no conoce se acerca.
¿Cómo ayudarle?
Respeta su necesidad
de estar contigo y no le exijas que se quede en brazos de otras personas.
Intenta que la entrada en la guardería no coincida con esta fase.
Miedo a perderte de vista
Es un miedo muy típico
en bebés antes de los 10 meses. Tu hijo todavía no conoce el sentido de la
permanencia (lo que no ve, no existe) y cuando te pierde de vista, aunque
sea un momento, piensa que has dejado de existir.
¿Cómo ayudarle?
Sigue hablándole
cuando te alejes de él o llévatelo contigo en su hamaca o su trona. Juega con
él al cucú-tras. Así entenderá que aunque no te vea, sigues existiendo.
Temor a quedarse en la guardería
Más
adelante, tu hijo ya sabe que sigues en este mundo aunque no te vea. Sin
embargo, todavía se encuentra en la fase de simbiosis contigo (el vínculo que
le une a ti está en su punto máximo a los dos
años o dos años y
medio) y teme la separación. Por eso a esta edad le da miedo quedarse en la
guardería. El temor a estar lejos de ti también surge si le dejas en casa con
una canguro, pero es menos acusado porque se encuentra en su entorno habitual.
¿Cómo ayudarle?
Si empiezas a llevarle
ahora a la guardería (o si le llevabas antes pero el miedo ha surgido de
pronto), realiza una adaptación gradual y déjale una prenda tuya, además de su
juguete preferido. Cuando te vayas, despídete siempre de él (irte a escondidas le
creará inseguridad y le provocará más miedo), pero sin prolongar la despedida.
Dile en qué momento (no a qué hora) piensas ir a recogerle: después de la
siesta, cuando haya terminado de merendar o de jugar... Aunque sea todavía
pequeño para entenderlo, poco a poco irá empezando a hacerse una idea.
Miedo a las personas disfrazadas
Personajes como un
payaso, los Reyes Magos o los que van disfrazados de Carnaval le infunden miedo
porque se diferencian de las personas tal como él las conoce.
¿Cómo ayudarle?
No le obligues a
acercarse a estas personas. Cógele en brazos y obsérvalas con él desde una
distancia prudente.
Miedo al agua de la bañera o la piscina
No es raro que el niño
se niegue de pronto a entrar en la bañera (o en la piscina), porque se da
cuenta de la superficie enorme de agua o se siente inseguro en este medio.
¿Cómo ayudarle?
Familiarízale con este
medio de modo paulatino, sentándole en un barreño con poca agua, que cubra solo
sus pies. Sube el nivel a medida que coja confianza. Dale recipientes para que
juegue a vaciarlos y llenarlos con agua (así ganará seguridad).
Pánico a los monstruos
Aparece cuando el niño
empieza a distinguir entre el mal y el bien (formación de la conciencia). Los
monstruos representan el mal, sus propios impulsos que teme. Y además, aún no
distingue bien entre fantasía y realidad.
¿Cómo ayudarle?
Jugad a los monstruos
entre risas. Antes de dormir, mirad juntos los rincones del cuarto y espantad
los miedos. Y procura que haga también actividades relajantes como modelar
plastilina, ver un cuento...
Miedo a los animales
El perro, el gato, las
arañas, las hormigas... se comportan de una manera inesperada para él. Y como
siente que son algo incontrolable, aparece la sensación de miedo.
¿Cómo ayudarle?
Muéstrale que tú no
tienes miedo, pero no le obligues a acercarse ni a tocar al animal. Explícale
cómo es, cómo vive, por qué se comporta así, etc. Ver juntos un libro o una
película sobre el animal ayudará.
Terror al médico o al dentista
El niño percibe la
diferencia entre una persona que lleva bata y otra que no y relaciona a la
primera con situaciones que no le gustan, como una vacuna, una intervención...
¿Cómo ayudarle?
Pídele al médico que
se quite la bata y le explore sentado en tu regazo. Prepárale antes de la
visita y llévale su juguete preferido para que esté tranquilo. Anúnciale que
cuando termine la revisión haréis algo que le guste, como ir al parque o a
merendar.
Miedo a la oscuridad
Desde el año o el año
y medio el niño ya intuye que las cosas siguen existiendo aunque él no las vea.
Por eso, cuando se queda a oscuras la fantasía se apodera de él y empieza a
imaginar todo tipo de posibles escenarios, algo que le hace sentirse inseguro y
le atemoriza.
¿Cómo ayudarle?
Deja una luz piloto
encendida en su cuarto o permítele dormir con un hermano o contigo mientras
dure esta fase. Juega con él a que tú eres el jefe y tiene que seguirte por
zonas iluminadas y otras oscuras. Después, cambia el rol, deja que guíe él.
tomado de: crecerfeliz.es
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